sábado, febrero 04, 2006

Lullaby on the phone talking to Nobody


Hay quienes llaman por teléfono y quienes no, y Lullaby preferiría siempre pertenecer al segundo grupo. Son las personas como es debido, esa clase de seres que otros seres tienen en mente cuando suspiran o se inquietan o se confunden o piensan o se imaginan o se conmueven o se perturban. Es un estereotipo totalmente seguro, sólido y carente de significado.

Esa tensión de mirar el teléfono no existiría. Esa explicación que se debe nunca saldría de la boca, o esa cita que nunca se dará vagaría en el limbo de la suposición. Aunque a veces las cosas ya estén hechas y no haya vuelta atrás que valga como arrepentimiento. Entonces sería como dejar que la llave abierta inunde el lavamanos, el piso del baño y salga por debajo de la puerta. Es un hecho imparable que sólo debe avanzar hasta que alguien corte el maldito líquido.

Hay quienes lloran y quienes se mantienen fríos mientras el mundo se cae frente a sus narices o la proyección de un sueño se torna con más tierra de lo que se quisiera. Y Lullaby preferiría siempre ser de los segundos. Un hielo sentado que mantiene la mirada fija, escucha atenta y espera el instante preciso para un descargo que siempre está, o en estado gaseoso o en estado sólido; sólo es cuestión de manejar las formas y los tiempos para lanzarlo a la cara del otro, o convertirlo en otro tipo de líquido que se traga con dificultad por la garganta.

Y para Lullaby una noche no son muchas noches, y una relación no son horas de los días ni días de una semana ni feriados de un mes ni piedras en una zapatilla negra. Y las conversaciones no son sólo risas, y el amor no son sólo besos deliciosos una madrugada con litros de alcohol y gramos de nicotina en el cuerpo con una sensual ronquera como resultado. Una relación tampoco es un manojo de técnicas malabares ni conceptos inventados ni caminos paralelos. Menos un número impar, menos un número cero.

Hay quienes sufren y quienes fingen no hacerlo. Y Lullaby preferiría ser ni lo uno ni lo otro. Y hay gente normal y gente compleja; y Lullaby seguirá siempre siendo lo segundo. Es un estereotipo totalmente seguro, sólido y carente de significado. De vez en cuando a Lullaby le gustaría llamar a todos sus ex lazos de sangre, ex lazos inventados o ex lazos hipócritas, y desearles buena suerte, decirles adiós, que se sintieran bien y que ella se sintiera bien. Todos se sentirían bien y eso estaría bien. Vaya, eso sería increíble. Quizás más adelante o en tres minutos más. Lullaby acaba de apagar la luz y encenderla otra vez.