Lullaby, las teorías, las tonterías y las líneas rectas
Caminas derecho sin erguirte demasiado. Inventas una línea recta para no tener qué decidir dónde ir exactamente. Pones las manos a tu costado. Notas que pareces imbécil con las manos al costado. Te rascas un brazo cada tanto. Luego te das cuenta que pareces aún más imbécil. Te paras frente a un cine. Analizas el título de cada película adivinando qué tan buena o mala será. Calculas que 2.200 pesos es mucho para gastar en algo sólo por experimentar. Piensas en cuánta plata has malgastado en estupideces. Pones los brazos otra vez a los costados. Te rascas otra vez. Te tomas los dedos con rabia y te quedas ahí.
Caminas derecho sin pensar en detenerte. Maldices cada luz roja que desvía la línea recta. Miras cada tanto a la gente, pero no quieres mirar cada tanto a la gente. Esperas que la noche llegue pronto. Deseas que el ruido desaparezca. Necesitas estar a solas una vez.
Caminas derecho sin lograr sentirte a solas, pero queriendo sentirte a solas, pero no queriendo sentirte sola. Ves cómo todas las luces se encienden. Compruebas que no todas las luces se encienden al unísono. Te imaginas tu departamento a oscuras. Te dan ganas de sentarte en algún lugar.
Caminas derecho sin erguirte demasiado. Mantienes cruzados los brazos hasta que te sientes una imbécil en esa posición. Piensas que has pensado mucho en la palabra imbécil. Recuerdas algún pasaje de El palacio de la Luna. Pero te das cuenta que no todo el mundo puede coincidir en el mismo pasaje que tú. Pero también piensas en que pueden haber excepciones a la regla. Sigues caminando no tan erguida para notar que es otra estupidez creer que puedes escribir algo parecido a El Palacio de la Luna o cualquier libro de Auster o cualquier libro de un escritor decente. Todo sería copia. Todo es copia de todo. Los que triunfan sólo lo hacen porque saben copiar. Y sabes que es injusto. Y sabes que son las reglas también. Y compruebas que lo de solitaria ya no va más. Y que lo de cínica se lleva. Y que lo de caminar en una línea recta es sólo una linda forma de no avanzar.
Caminas derecho sin erguirte demasiado. Inventas una línea recta para no decidir dónde ir exactamente. Imaginas que tu nombre no es Lullaby o Carolina Moro, que no te vistes de negro, que no usas chasquilla, que no te gusta Paul Auster, que no escribes raro, que no atiendes mesas en un café, que tu nombre no está sacado de una canción, que no estás de novia con M, y que al fin dejas de caminar sobre una línea recta porque sabes exactamente dónde ir.